Homenaje a Serrat

Mi primo el Nano. Joaquín Sabina

“Tengo yo un primo que es todo un maestro
de lo mío, de lo tuyo, de lo nuestro;
un lujo para el alma y el oído,
un modo de vengarse del olvido.
Boca que mira,
vecino de Estambul, rey de Algeciras.
Viene del Poble Sec ese atorrante
universal, charnego y trashumante,
que saca, cuando menos te lo esperas,
palomas de la paz de su chistera.

Y, cuando canta,
le tiembla el corazón en la garganta.
Harto ya de estar harto de las fronteras
va pidiendo escaleras para subir
de tu falda a tu blusa, toca madera:
tendría que estar prohibido un fulano así.
Detrás esta la gente que necesita
su música bendita más que comer
y el siglo que deshoja su margarita.

Yo, de joven, quisiera ser como él.
Tengo yo un primo que es primo de todos
cada cual a su forma y a su modo;
loco hidalgo con yelmo de Mambrino
que no teme a gigantes ni a molinos
y cuando gana
el Barça cree que hay Dios y es azulgrana.

Qué poca seriedad, qué mal ejemplo
para los mercaderes de los templos
ese alquimista de las emociones
que cura las heridas con canciones.
Mi primo el Nano,
que no me toca nada y es mi hermano.

Harto ya de estar harto de las fronteras
va pidiendo escaleras para subir
de tu falda a tu blusa, toca madera:
tendría que esta prohibido un fulano así.
Detrás esta la gente que necesita
su música bendita más que comer
y el siglo que deshoja su margarita.
Yo, de joven, quisiera ser como es
mi primo Joan Manuel.”

PD: No conozco la música, pero me encantó esta letra. Y no sé por qué, ahora me acuerdo de esto: Una vez, siendo muy jovencita, un tipo bajó de un auto y me regaló dos cassettes con canciones de Serrat. Yo no los quería aceptar puesto que pensé “Este me quiere levantar -seducir–”. Insistió, los dejó en mis manos y se fue. Superada mi sorpresa y un primer momento de paranoia -¿me iría a seguir?– disfruté por años esas hermosas canciones de un recital en vivo de Joan Manuel en Argentina -aún los tengo. Pero es el día de hoy que no entiendo al tipo aquel… ¿habrá perdido algún juego y tenido que cumplir alguna prenda? ¿habría hecho alguna apuesta? Y si no, seguro que era otro poeta…

Pueden ver jmserrat

Poemas nativos

Los Gansos Dicen Adiós. Graciela Huinao*


(A mi abuelo, Adolfo Huinao – Amulelafin tañi laku, AdolfoHuinao)

«En los ojos de mi abuelo Williche
navegaba el miedo.

Tan sólo al morir apagó ese brillo tímido.
Lo que la naturaleza no pudo
apagar en mi memoria,
el color de archipiélago
agarrado en su rostro.
Abuelo, para serte fiel
no recuerdo el día exacto.
Sólo veo a los gansos
abriendo y cerrando
sus alas por la pampa.
Mi corto andar, abuelo
no entendió
el origen de tus palabras.
Anciano como eras
me alzaste del suelo
y de tu boca nació la muerte
desembarcando en tu playa.
Tu padre y tu hermano
remaron al sacrificio
mientras su madre y mi abuelo
alcanzaron la orilla del hambre.
No hubo eco en la montaña,
fueron calladas tus palabras.
Pero mi niñez asustada
se acurrucó al alero de sus años.
Abracé la pena de tus ojos
y juntos miramos la pampa:
una isla con sus gansos
en los ojos de mi abuelo se quedó
en la última mirada.
Abuelo, hoy sé
nunca fuiste Williche;
tu origen Chono o Kawaskar
no subió al bote
el día que robaron tu tierra y tu raíz.
Ahora entiendo
la pena de tus ojos.
De tu origen navegando
en el gran cementerio
del Pacífico Sur.»

*Graciela Huinao nació en Rahue, Osorno, mestiza de selknam, mapuche y otras etnias. Referencia: Virginia Vidal. «Graciela Huinao poetisa con oficio y sacrificio.» Anaquel Austral. Ed. Virginia Vidal. Santiago de Chile: Editorial Poetas Antiimperialistas de América. 30 de Abril de 2005. © Derechos Reservados
Traducción de Clara Antinao

Velando mi eternidad

La violencia de las horas. César Vallejo

«Todos han muerto.
Murió doña Antonia, la ronca,
que hacía pan barato en el burgo.

Murió el cura Santiago,
a quien placía le saludasen
los jóvenes y las mozas,
respondiéndoles a todos,
indistintamente:
«¡Buenos días, José! ¡Buenos días, María!»

Murió aquella joven rubia,
Carlota, dejando un hijito de meses,
que luego también murió,
a los ocho días de la madre.

Murió mi tía Albina,
que solía cantar tiempos
y modos de heredad,
en tanto cosía en los corredores,
para Isidora, la criada de oficio,
la honrosísima mujer.

Murió un viejo tuerto,
su nombre no recuerdo,
pero dormía al sol de la mañana,
sentado ante la puerta
del hojalatero de la esquina.

Murió Rayo,
el perro de mi altura,
herido de un balazo
de no se sabe quién.

Murió Lucas,
mi cuñado en la paz de las cinturas,
de quien me acuerdo cuando llueve
y no hay nadie en mi experiencia.

Murió en mi revólver mi madre,
en mi puño mi hermana
y mi hermano en mi víscera sangrienta,
los tres ligados por un género
triste de tristeza,
en el mes de agosto
de años sucesivos.

Murió el músico Méndez,
alto y muy borracho,
que solfeaba en su
clarinete tocatas melancólicas,
a cuyo articulado se dormían
las gallinas de mi barrio,
mucho antes de que el sol se fuese.

Murió mi eternidad y estoy velándola

PD: El verso final… Cuando lo leí, la primera vez, reconocí algo que viene pasando en mi interior: Yo era eterna… hasta que fui notando las muertes de otros -algunos otros en mí, y que en mi acumulación de tiempo van siendo de unos pocos a unos cuantos. Y mi eternidad va muriendo… estoy velándola, sí… un duelo que sólo se apagará en mi propia muerte…

La poesia es un estado celeste. Vicente Huidobro

«Yo estoy ausente pero en el fondo de esta ausencia
Hay la espera de mí mismo
Y esta espera es otro modo de presencia
La espera de mi retorno
Yo estoy en otros objetos
Ando en viaje dando un poco de mi vida
A ciertos árboles y a ciertas piedras
Que me han esperado muchos años
Se cansaron de esperarme y se sentaron
Yo no estoy y estoy
Estoy ausente y estoy presente en estado de espera
Ellos querrían mi lenguaje para expresarse
Y yo querría el de ellos para expresarlos
He aquí el equívoco el atroz equívoco
Angustioso lamentable
Me voy adentrando en estas plantas
Voy dejando mis ropas
Se me van cayendo las carnes
Y mi esqueleto se va revistiendo de cortezas
Me estoy haciendo árbol
Cuántas cosas me he ido convirtiendo en
otras cosas…
Es doloroso y lleno de ternura
Podría dar un grito pero se espantaría la transubstanciación
Hay que guardar silencio
Esperar en silencio»

Vicente Huidobro, chileno

Locuras. Luis Alberto Spinetta

Leyendo «Guitarra Negra»…

“Hay una locura intensa
que necesita un cuerpo y una fulguración
y se desarrolla lentamente
en el tiempo
o en la eternidad de un tiempo
Y hay otra locura
periódica,
de la sangre y el alma,
que es fugaz como el sol,
que no admite desarrollo ni duración alguna en el tiempo.
Que es un llanto,
instantáneo resoplar del cuerpo,
y que sana, distante,
en un elixir que difícilmente se prueba.
…”

PD: Nunca estoy muy segura de entender las metáforas de Spinetta. Pero me inspira cosas… después de un rato de estar leyendo Guitarra Negra… no podía creer la proliferación de imágenes y palabras -nuevas, viejas, ancestrales, futuristas– que pasaban por mi mente… 

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