Diciembre 3
“Prudence Mabhena no tiene piernas pero la música le ha dado alas. Gracias al canto, esta zimbabwense de 22 años ha superado los numerosos obstáculos que se alzaban en su camino: una enfermedad congénita, la amputación de ambas piernas, el rechazo de su familia, la discriminación y la pobreza.
Junto con otros siete jóvenes que han corrido una suerte parecida, Prudence fundó el grupo Liyana (“Llueve”, en ndebele), que inspiró al director de cine estadounidense Roger Ross Williams el cortometraje Music by Prudence, ganador de un Oscar en 2010.
Este cortometraje relata su encuentro con Prudence, una experiencia que ha cambiado su vida.
Roger Ross Williams cuenta la historia de PRUDENCE MABHENA a Cathy Nolan
– ¿Cómo conoció a Prudence?
-Una amiga de Nueva York me habló de ella. Me puse en contacto con el colegio para niños discapacitados King George VI al que Prudence asiste en Bulawayo, Zimbabwe. La directora me envió un video de un concierto del grupo Liyana, así como un texto de tres páginas donde Prudence cuenta su vida. Era conmovedor. ¡Qué drama! ¡Y cuánta esperanza a la vez! Decidí entonces realizar mi primer documental independiente. Unos meses más tarde, el día de Navidad de 2008, ya estaba en Zimbabwe. Seguí y filmé a Prudence durante dos semanas. Cuando ya de vuelta en Estados Unidos vi las secuencias, me dije: “He descubierto una verdadera estrella.”
– ¿Prudence se mostró cooperativa?
– Al principio no parecía muy convencida. Tan acostumbrada estaba a sufrir traiciones y decepciones que no creía realmente que yo fuera a ir a verla. Cuando me vio llegar no salía de su asombro. Nuestra primera reunión fue muy intensa y emotiva. Nunca antes le habían pedido que contara su historia. Fue algo así como una sesión de psicoterapia en la que se confió a mí sin la más mínima reticencia. Se echó a llorar. Yo también. Y después la cámara. Supe de inmediato que sería una de las experiencias más importantes de mi vida. Estaba decidido a llegar hasta el final, pero encontré muchos obstáculos. Es muy difícil filmar en Zimbabwe. Como nunca se está a salvo de un corte de electricidad, hay que asegurarse de que las cámaras y los proyectores estén siempre cargados. Para colmo, no está permitido filmar en el país. Tuve suerte de que no me detuvieran ni me dispararan durante el periodo de las elecciones, que fue de una gran violencia. Varias veces estuvimos a punto de ser expulsados y tuve que ir a dar explicaciones a la oficina de inmigración. Pero, vivíamos en el mundo de Prudence, una escuela para discapacitados, no hacíamos política, y el gobierno lo sabía.
– ¿En qué ha cambiado este documental la vida de Prudence?
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