Leyendo cuentos cortos…
“Caminaba un loco a través del desierto y tuvo sed, pues había recorrido un largo trecho soportando el sol y el polvo del día. Y cuando anocheció, vio junto al camino un pozo y quiso beber. Así, pues, se detuvo con el propósito de sacar agua. Introdujo un balde de madera suspendido por una maroma y se asomó para ver si el cubo había llegado al fondo.
Y ocurrió entonces que la luna se despertó y se paseó por el cielo del desierto de tal manera que vino a reflejarse en el agua. Y dijo el loco: «He aquí a la luna que se ha desprendido del firmamento y ha quedado prisionera entre los muros del pozo». Y lloró porque a él le gustaba verla lucir junto a las estrellas y porque le agradaba
tenerla por compañera en sus caminatas a través del desierto.
Y se dijo después de beber: «Yo la sacaré de su prisión y volveré a ponerla en el lugar que le corresponde». Y descolgó el cubo con el fin de sacarla de allí. Y así estuvo un largo rato, haciendo esfuerzos para lograr su propósito. Mas nunca conseguía librar de las aguas a la pobre encarcelada.
Y una de las veces tiró tan fuertemente de la cuerda que esta se rompió y el loco fue a caer de espaldas sobre la arena del desierto. Y sus ojos miraron al cielo y vieron a la luna que brillaba alumbrando el camino.
Y el loco se postró y lloró de alegría y dijo: «La luna ha vuelto a su morada y de nuevo luce en el firmamento gracias a mi esfuerzo, pues tiré tan fuertemente de ella que fue a parar junto a los astros».
Y reanudó su marcha dando gracias a Dios, con el corazón contento y el paso decidido.”
Cuento popular egipcio (anónimo), en revista «Puro cuento» 7, noviembre/diciembre de 1987.
PD: Cuántas veces habremos estado contentos y con el paso decidido en la certeza de alguna loca idea…
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