Leyendo revistas: sociedad de consumo, miembros, bienes, productos, adicción a las compras, vergüenza prometeica…
“El escenario social contemporáneo, sus normas y su cultura, son exponentes de un paradójico fenómeno: las personas –sus componentes– no sólo son sus productores sino, simultáneamente, consumidores-promotores de esos productos. Ellos mismos acceden al codiciado reconocimiento social reciclándose como bienes de cambio. O sea, personas-producto capaces de atraer clientes y generar demanda. Este texto pertenece al ensayo de Zygmunt Bauman Vida de consumo*
“… la sociedad de consumidores (o de consumo) refiere a un conjunto específico de condiciones de existencia bajo las cuales son muy altas las probabilidades de que la mayoría de los hombres y mujeres adopten el consumismo antes que cualquier otra cultura, así como las de que casi siempre hagan todo lo posible por obedecer sus preceptos.
La “sociedad de consumidores” es un tipo de sociedad que (recordando el término acuñado por Louis Althusser y que alguna vez fuera tan popular) “interpela” a sus miembros (vale decir, se dirige a ellos, los llama, los convoca, apela a ellos, los cuestiona, pero también los interrumpe e “irrumpe” en ellos) fundamentalmente en cuanto a su capacidad como consumidores.
Al hacerlo de este modo, la “sociedad” (o cualesquiera sean los mecanismos humanos munidos de las armas de coerción y los medios de persuasión que se oculten detrás de ese concepto o imagen) espera ser escuchada, atendida y obedecida.
Evalúa –recompensa y penaliza– a sus miembros según la rapidez y calidad de su respuesta a dicha interpretación.
Como resultado, los lugares ganados o asignados sobre el eje de excelencia/ineptitud de rendimiento consumista se convierten en el principal factor de estratificación y en el criterio fundamental de inclusión y exclusión, a la vez que marcan la distribución de la estima o el estigma social, así como la cuota de atención pública.
En otras palabras, la “sociedad de consumidores” implica un tipo de sociedad que promueve, alienta o refuerza la elección de un estilo y una estrategia de vida consumista, y que desaprueba toda opción cultural alternativa; … amoldarse… ceñirse… un requisito de pertenencia.
Se trata de un hito trascendental en la historia moderna… el consumidor estaba prácticamente ausente del discurso del siglo XVIII…
En el transcurso del siglo siguiente no se produjeron cambios significativos a este respecto… E incluso hasta 1910, “la decimoprimera edición de la Enciclopedia Británica sólo consideraba necesario incluir una breve entrada sobre ‘consumo’, definido como gastarse en un sentido físico o como ‘vocablo técnico’ en economía, referido a la destrucción de bienes”.
Durante la mayor parte de la historia moderna (vale decir, la era de las gigantes plantas industriales y los multitudinarios ejércitos de conscriptos), la sociedad “interpelaba” a casi la mitad masculina de sus integrantes en tanto productores y soldados, y a casi toda la otra mitad (femenina) primordialmente como su proveedora de servicios por encargo. …
Era el cuerpo del futuro obrero o soldado lo que contaba, mientras que sus espíritus debían ser silenciados y por lo tanto “desactivados”, dejados de lado, soslayados y obviados a la hora de evaluar políticas y tácticas.
La sociedad de productores y soldados se dedicaba al manejo del cuerpo de sus integrantes para adaptarlos a las condiciones imperantes en el entorno en que tendrían que vivir y actuar: la fábrica y el campo de batalla.
En franco contraste con la sociedad de productores/soldados, la sociedad de consumidores concentra sus fuerzas de coerción y entrenamiento, ejercidas sobre sus integrantes desde la más tierna infancia y a lo largo de todas sus vidas, en el manejo del espíritu, y deja el manejo del cuerpo en manos de los individuos y sus tareas de bricolaje, supervisados y coordinados personalmente por individuos entrenados y coercionados espiritualmente.
Ese cambio de enfoque resulta indispensable si los individuos deben hacerse aptos para vivir y actuar en su nuevo hábitat natural: los centros comerciales donde se buscan, encuentran y adquieren los productos y luego en las calles, donde la exhibición de los artículos adquiridos transfiere a sus portadores el valor del producto. …
Uno de los puntos centrales de la formación de las personas y de los valores morales en la vida contemporánea consiste en la familiarización de los niños con los materiales, medios de comunicación, imágenes y significados propios, referidos o relacionados con el mundo del comercio.
Ni bien aprenden a leer, o quizás incluso desde antes, se pone en marcha la “adicción a las compras”. …
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