Compartiendo lecturas…
“La palabra “trascendencia” suele emplearse tradicionalmente en cuestiones teológicas. El pensamiento cristiano da por supuesto que la trascendencia del hombre implica que trasciende de sí y pasa a Dios; de este modo, la teología trata de probar la necesidad de creer en Dios señalando la necesidad que tiene el hombre de trascenderse.
Pero este modo de razonar es defectuoso a menos que el concepto de Dios se emplee en un sentido puramente simbólico, en lugar del “no individuo”.
Hay necesidad de trascender la propia posición centrada en sí mismo, narcisista y aislada por una de relación con los demás, de apertura al mundo, que escape del infierno del egocentrismo y por ende del aprisionamiento en sí mismo.
Los sistemas religiosos como el budismo han postulado este tipo de trascendencia sin referencia a ningún dios ni a un poder suprahumano; otro tanto hizo Meister Eckhart en sus más audaces formulaciones.”
Leído en: Antomía de la destructividad humana, Cap. 10, por E. Fromm, 1974.