Siempre nos hace bien preguntarnos y sincerarnos «frente al espejo». Todos tenemos nuestras propias preguntas a modo de examen de conciencia… Y, a veces, nos son muy necesarias las que nos puedan llegar a hacer los demás… esas preguntas que ni siquiera se nos ocurren… por aquello de que «la vela no puede iluminar la base en la que se apoya»…
Quiero que me contestes a cada una de las preguntas que yo te haga
No quiero pretextos, no trates de evadir ninguna, no me incomodes más,
medita si gustas por un momento pero responde sin chistar; dime:
¿Has en realidad pasado hambre alguna vez en tu vida? y dije Hambre
¿Sabes lo que es el frio que más que tiritar hace que quieras llorar y no puedes ni hablar?
¿Alguna vez te has despertado en quién sabe dónde y sin saber hacia dónde tienes que caminar para llegar a tu casa?
¿Has sido acaso más espectador que parte pero al fin y al cabo factor de lo que lamentaron amargamente aquellos?
¿Has defraudado la confianza que gente buena depositó en tu persona al tratar de hacer uso de el bien más importante que esa persona guardaba, has robado; has defraudado?
¿Has arrastrado el orgullo de tu Padre al hacer cosas…
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