Un 30 de Septiembre falleció mi madre. Al pasar los años, al pasar las hojas del calendario, en estos días, no puedo no pensar acerca de la muerte. La muerte, primero, se me aparece como la de los otros, los muy queridos que ya no están… y es desolación. En un segundo momento, intento imaginar algo acerca de la propia… y es difícil. Por suerte, siempre algún poeta me acerca sus palabras…
De “El Jardinero”/93:
“Me han llamado. ¡Decidme adiós, hermanos míos! ¡Adiós, me voy!
Aquí os dejo la llave de mi puerta; renuncio a todo derecho sobre mi casa.
Sólo os pido buenas palabras de despedida.
Vivimos mucho tiempo juntos, y recibí más de lo que pude dar.
Y ahora es de día, y la lámpara que iluminó mi rincón oscuro se ha apagado.
Me llaman, y estoy dispuesto para mi viaje.”
Rabindranath Tagore, India, 1861–1941.
Leído en: amediavoz.com
AMO LOS VERSOS DE TAGORE, DESDE QUE ERA NIÑA …ME GUSTARIA QUE PUBLICARAN…UNA POESIA QUE DECIA…»QUIEN ERES TÚ LECTOR AMIGO QUE DENTRO DE CIEN AÑOS LEERÁS MIS VERSOS»
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Consuela.
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Más versos de Tagore a la muerte:
90
-¿Qué ofrecerás a la muerte el día que llame a tu puerta?
-Le tenderé el cáliz de mi vida, lleno del dulce mosto de mis días de otoño y de mis noches de verano.
¡No se irá con las manos vacías! Todas las cosechas y todas las ganancias de mi afán, se las daré, el último día,
cuando ella llame a mi puerta.
91
¡Muerte, último cumplimiento de la vida, Muerte mía, ven, y háblame bajo!
Día tras día, he velado esperándote, y por ti he sufrido la alegría y el martirio de la vida.
Cuanto soy, tengo y espero, cuanto amo, ha corrido siempre hacia ti, en un profundo misterio. Mírame una vez más, y mi vida será tuya para siempre.
Las flores están ya enlazadas, y lista la guirnalda para el esposo. Será la boda y dejará la novia su casa, y, sola en la noche solitaria, encontrará a su Señor.
92
Sé que vendrá un día en que no veré más esta tierra. La vida se despedirá de mí en silencio, y me echará la última cortina
sobre los ojos.
Pero las estrellas velarán por la noche, y se alzará la mañana como antes, y las horas se henchirán, como las olas de la mar, levantando dolores y placeres.
Cuando pienso en este último momento, se cae al valle de los instantes, y veo, a la luz de la muerte, tu mundo, con sus tesoros indolentes. Inapreciable es el más pobre de sus asientos, inapreciable la más pequeña de sus vidas.
¡Váyanse enhorabuena las cosas que anhelé en vano, las cosas que fueron mías; y que sólo posea yo de veras lo que nunca quisieron ver mis ojos, lo que siempre desprecié!
93
Me han llamado. ¡Decidme adiós, hermanos míos! ¡Adiós, me voy!
Aquí os dejo la llave de mi puerta; renuncio a todo derecho sobre mi casa. Sólo os pido buenas palabras de despedida.
Vivimos mucho tiempo juntos, y recibí más de lo que pude dar. Y ahora es de día, y la lámpara que iluminó mi rincón oscuro
se ha apagado. Me llaman, y estoy dispuesto para mi viaje.
94
Ya me voy. ¡Deseadme buena suerte, amigos míos! La aurora sonroja el cielo, y mi camino parece hermoso.
Me preguntáis qué me llevo. Mis manos vacías y mi corazón lleno de esperanza.
Me pondré sólo mi guirnalda nupcial, por que el vestido pardo del peregrino no es mío; y aunque el camino sea peligroso,
va sin temor mi pensamiento.
Cuando mi viaje llegue a su fin, saldrá la estrella de la tarde, y las melancólicas armonías del crepúsculo se abrirán
tras el pórtico del Rey.
95
Pasé, sin darme cuenta, el umbral de esta vida.
¿Qué poder fue el que me hizo abrir en este inmenso misterio, como un capullo, a medianoche, en el bosque?
Cuando, a la mañana, vi la luz, sentí al punto que yo no era un extraño en este mundo, que lo desconocido sin nombre
ni forma me había tenido en brazos, en la forma de mi madre.
De igual manera, al salir a la muerte, esto mismo desconocido me parecerá familiar. Y como amo tanto esta vida,
sé que amaré lo mismo la muerte.
El niño, cuando su madre le quita el seno derecho, se echa a llorar; pero al punto encuentra en el izquierdo su consuelo.
96
Cuando me vaya, sea ésta mi palabra última: que lo que he visto no puede ser mejor.
Gusté la miel oculta de este loto que se abre en el océano de la luz, y así fui bendito. Sea esta mi última palabra.
He jugado en esta casa de juguetes de formas infinitas; y vislumbré, jugando, a aquel que no tiene forma.
Mi cuerpo entero ha vibrado al contacto de aquel que es intangible. Si aquí debe ser el fin, sea. Esta es mi última palabra.
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