“Los optimistas se complacen trocando buenas noticias.”
“… Una vez conocí a un hombre que estaba casado con una mujer asombrosamente atractiva, a la que dejó por una mujer de la oficina que la gente describía como “un tanto desaliñada”. Era el estereotipo opuesto, ya que en vez de dejar a la esposa para tener un romance con una mujer más joven y sexy, estaba haciendo lo contrario.
Fui designado para “hacerlo entrar en razones”, pero no llegué muy lejos. Me explicó que la razón del cambio era simple. Ya no podía tolerar más la negatividad de su esposa. Se pasaba las noches oyendo quejas… Dijo que su nuevo amor quizá no se viera tan bien, pero lo amaba sin condiciones “y cuando abre la boca es para decir algo alegre, por lo general… Si algo salió mal o la molestó… no lo oculta; pero principalmente hablamos acerca de las cosas buenas que ocurrieron… Estamos tomando café en una cafetería… en vez de decir un comentario cínico… ella diría: Sabes?, para ser una cafetería, este lugar no está nada mal…”
Del libro “El poder del optimismo”, por Alan Loy McGinnis, Vergara Bolsillo
Nadie quiere a su lado a alguien que está continuamente quejándose y transmitiendo negatividad, ¿no?
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