Junio 26, Día de los Abuelos según la liturgia católica (San Joaquín y Santa Ana, abuelos de Jesús). Aquí un hermoso cuento ilustrado por Lirael42:
«Todo el mundo tiene abuelas, aunque algunos ya ni se acuerdan, porque ha pasado el tiempo y ellos mismos se han convertido en abuelos.
La mayoría de gente tiene dos, que es lo más común: la abuela materna, que es la madre de la madre; y la abuela paterna, que es la madre del padre.
Hay quien tiene solo una, pero que vale por siete.
También, aunque más raramente, hay casos como el de Ramón, que tenía una docena de abuelas porque su abuelo materno era mormón.
De abuelas hay de muchas formas, clases, alturas, tamaños pesos y colores. Por eso es fácil diferenciarlas. Algo muy útil, porque si no uno andaría todo el día confundiéndose de abuela y sería un verdadero engorro.
Por ejemplo, si uno se confunde de abuela, la merienda cambia, porque hay abuelas que cuando te van a buscar al colegio te llevan bocadillos de queso y otras, en cambio, te dan para merendar pan con chocolate.
Otro problema que hay es, que si te confundes de abuela, tampoco juegas a lo mismo. Hay abuelas a las que les encanta contar cuentos y disfrazarse de pirata, de lobo o de princesa. Otras prefieren hacer punto de cruz o colchas de ganchillo mientras cantan canciones de cuna. Y también las hay a las que les gusta hacer volar cometas, aunque de este tipo no hay en todo el mundo, porque las cometas, como se sabe, solo vuelan si hay corrientes de aire y en los lugares donde no sopla el viento, estas abuelas son muy escasas. Cuando las abuelas que vuelan cometas no pueden hacerlas volar, se dedican a la cría de saltamontes. Las abuelas que crían saltamontes son una verdadera rareza. Si tienes una abuela de este tipo, puedes presentarla a un concurso de abuelas porque casi seguro que ganará.
A las abuelas también se las puede diferenciar por su olor.
Las hay que huelen a durazno, que es lo mismo que oler a melocotón. Otras huelen a colonia o a jabón. Algunas, según el día, huelen diferente; hay días que huelen a canela y otros a vainilla o a limón. Las que casi todo el mundo adora son las que huelen a tostadas con mantequilla.
También las que hay que huelen a chotuno, sobre todo si son pastoras de cabras y andan todo el día por el monte. Estas suelen ser abuelas de verano, a las que ves solo cuando te dan vacaciones en la escuela y viajas al pueblo para pasar allí unos días.
Hay noticia de una abuela que no olía absolutamente a nada, pero todavía no se ha podido comprobar si es cierto, porque un día se perdió y los sabuesos que la buscan siguen sin encontrar su rastro.
Las abuelas suelen ser blandas y por eso los nietos, cuando son pequeños, duermen tan plácidamente en sus brazos. Los bebés creen que están hechas de nubes y, al cerrar los ojos, sueñan que vuelan sobre ellas y sonríen.
El carácter de las abuelas también varía. Las hay dulces y las hay adustas. Alegres y más bien tristes. Besuconas y ariscas. Serias y un poco locas. Las hay que se ríen por todo y las hay que no se ríen por nada. Algunas, cuando vas a visitarlas, dejan que te subas a la lámpara y otras no te dejan casi ni pestañear.
Una vez, se dio el caso de una abuela que era de carácter cambiante: por la mañana era dulce; al mediodía, insulsa y por la noche, agria. Según cuentan, un eminente médico consiguió, después de meses de arduo estudio y aplicando un nuevo tratamiento altamente complicado y secreto, mezclar sus caracteres y ahora es una abuela agridulce. Tiene un sabor tan logrado, que la han contratado en un restaurante chino para aderezar los platos de pollo.
Las abuelas más típicas llevan moño gris y bastón, porque ya son viejecitas. Pero también las hay de muy jóvenes. Esas se visten con colores brillantes. Entre los zíngaros son habituales los casos de abuelas jóvenes con vestidos alegres. El más famoso es el de la abuela Iris, que tuvo a su primer nieto con 23 años, cuatro meses y dos días y en su armario guardaba 365 vestidos. Uno para cada día del año. Solo repetía vestido los años bisiestos; el 29 de febrero se ponía el mismo traje que había llevado el 28. Los que se iban rompiendo los usaba para reparar la carpa del circo en el que trabajaba adiestrando tardígrados, a los que entrenaba a diario para que aprendieran a bailar claqué con sus ocho patas a la vez.
A veces, las abuelas se estropean. Se ponen enfermitas y entonces tenemos que cuidarlas e ir a visitarlas, porque se alegran mucho cuando nos ven y se curan antes. En estos casos, debemos tener mucho cuidado y estar alerta al coger el metro o el autobús si vamos solos a su casa. Hay lobos sueltos que se disfrazan de personas y nos pueden hacer daño. Recordad el caso de Caperucita y su abuela.
A las abuelas debemos cuidarlas, porque cada abuela es especialista en una cosa y esa cosa la hace mejor que nadie. Por eso, se dice: el caldo de mi abuela…, los cuentos de mi abuela.., los jerséis de mi abuela… y cosas parecidas. Las abuelas pasan a la historia por esa cosa especial que las caracteriza y que las hace diferentes a cualquier otra abuela del mundo, y cuando ya no están para hacerlo, las añoramos mucho.
Ramona, Manuela, Mari o Teresa. Rosa, Angelita, o Isabel. Amparo, Antonia o Asunción. Juani, Juli, Marga, Mercedes o Luisa. Emma, Carmen, Cristina, Montse o Tomasa… No importa su nombre, porque es la abuela, la yaya, la nana, la abuelita, la nonna, la abue, la yayi, la güeli, la abu, la yayita… Todas son abuelas, pero todas son distintas.
Y tu abuela, ¿por qué es única?»
Leído en: Blog Martes De Cuento:
https://martesdcuento.wordpress.com/2014/04/01/una-abuela-unica/
Soy una abuela que le gustan tus relatos y me gusta escribir. Como hago para tener un Blog así? No conozco mucho de herramientas de tecnología. Solo lo básico.
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Nancy, llevar un blog como éste y otros muchos es muy fácil, dado que el sitio del Servidor adónde está alojado nos brinda todas las herramientas. En mi caso el Servidor es WORDPRESS, y por eso el blog se denomina https://acuarela.wordpress.com
Sólo tenés que «entrar» al sitio-web de WordPress (Avanzada Plataforma Semántica de Publicación Personal) e ir siguiendo los «pasos» que te van dando. Luego, es cuestión de prestar atención e ir leyendo las indicaciones, las sugerencias, mirar bien los menúes, ser prolija, metódica y demás.
Probá empezar en: https://wordpress.com/
Cualquier cosa, volveme a preguntar. Suerte! Saludos!
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ABUELITA. Héctor Francisco Gagliardi
Tiene la vista cansada,
como cansado el andar,
y ya se empieza a encorvar
por los años agobiada:
su cabecita plateada,
que termina en un rodete,
la peina tirante y fuerte,
apenitas levantada.
Se quiere meter en todo,
a pesar de que el doctor,
veinte veces le prohibió,
que trabaje de ese modo.
Pero encontro el acomodo,
de amasar para las hijas,
y los sábados se en fija
tiene harina hasta en los codos.
Visita que hace a la nuera,
es visita de inventario;
abre roperos y armarios
y en todos lados husmea
y la nuera que la espera
esconde lo que compró
porque peso que gasto
origina una pelea
A los yernos los defiende
de las quejas de las hijas:
que nunca han sido prolijas
que al marido no lo atienden
y el otro, que no la entiende
se queda lo mas contento
y no sabe que por dentro
la abuela lo compra y vende
Esta lista a cualquier hora
a defender a sus nietos,
que siempre salen absueltos
con tan buena defensora,
“porque los hijos ahora,
se olvidan de lo que fueron”
y al contar lo que le hicieron
pasa a ser acusadora.
Después, saca unas monedas
que tiemblan entre sus dedos
pero, al oír “caramelos”
vuelve a cerrar la cartera,
y mientras todos esperan,
a los padres les pregunta.
¡como a sido la conducta
de una semana entera!
Entonces, viene el revuelo,
y al que dijo “la palabra”
se le dibuja en la cara
la “ve corta”de un puchero
y llora con desconsuelo,
pero entonces, la abuelita
le suena la naricita
con la punta del pañuelo
Y se queda a almorzar
quieren estar a su lado,
y hay que comer apretados
por no oírla rezongar
y para desautorizar
lo que la madre contó
todo el mundo termino
la sopa sin protestar.
¡Abuelita cachacienta,
que por riguroso turno
vas visitando ese mundo
que comprende tu existencia:
tu disculpable impaciencia
la justifica tu edad:
es la vida que se va
con su carga de experiencia
Cuando veo tu figura
siempre vestida a la antigua,
que al bostezar te santiguas
con tu creyente ternura
me siento mas criatura
y sin saber,¡abuelita!
me dejas la monedita
de tu infinita ternura
Héctor Francisco Gagliardi, Argentina 1909-1984.
Leído en: http://www.poesiaselecta.com/poehectorgagliardi.html
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