Cuarenta y nueve días

Hola! Vivo en una ciudad -Buenos Aires- y tu relato me hizo dar cuenta cuánto tiempo hace que no tomo contacto con el campo, la sierra o el mar. Para colmo, padecer este aislamiento obligatorio por la covid. Qué bajón! Ni bien pueda me hago una escapada a un lugar que me vuelva a conectar con la Madre Naturaleza. Saludos cordiales! NORMA LUZ/la bloguera de aquí.

Tránsitos

Cuarenta y nueve días bastan para que los caminos se llenen de hierbas, espigas y flores. Cuarenta y nueve días y esa lluvia generosa que nos ha ido regalando esta primavera de humanidad enclaustrada.

Cuarenta y nueve días para despertar temprano y pedalear sin parar hasta que el aliento entra en estado de fatiga por la falta de costumbre. Pero que importa el aliento cuando ahí afuera la vida se expresa con todos sus matices saturados de color, aroma y música.

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Aun es pronto y nadie parece haber transitado por estos caminos durante tanto tiempo. Exactamente cuarenta y nueve días. Un tiempo que quizá nos vino bien para pensar un poco en nuestras vidas. Y es que, de los listados de importancias, se han ido destiñendo mil palabras antes escritas, que dejan tras su huida, esos otros mil huecos, ahora blancos.

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Resulta que nuestras vidas cotidianas se esfuman al compás…

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Broma

Todo tiene un límite! No se pierdan de leer los buenísimos relatos en sabiusblog! Aquí uno…

Sabius

John era muy bromista. A Anne su esposa se la había jugado varias veces y de maneras muy diversas, desde echarle agua helada mientras tomaba el sol a darle un bocinazo mientras dormía o salir de dentro del armario gritando, incluso una vez llenó de lombrices el puré de verduras que había preparado Anne. Pero la peor de todas fue cuando hace años, le metió una rata muerta en el congelador envuelta en papel de plata. Esa broma casi les cuesta el divorcio y a Anne, un infarto.

Anne asumía la situación con resignación pero comenzaba a cansarse de las bromas, por lo que decidió tomar la iniciativa para devolvérselas.

Una mañana cogió un viejo producto antiparasitario que tenía en el garaje. Estaba caducado hacía años. Consultó por internet las consecuencias de la ingesta en una dosis pequeña que no serían otras que una colitis galopante, vómitos y diarrea, nada…

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