Octubre, 16
El alimento no debería ser usado como herramienta política para el dominio de los pueblos…
Lecturas…
De: Cuando el alimento es soberanía (via Revista El Arca)
Por: Andrew Graham-Yooll*, un reportaje a Miryam Gorban**, en su libro “Pequeñas Guerras Británicas en América Latina”
“…Poco pensamos en la compleja política que recorre la trayectoria de un plato de comida… la alimentación tiene una historia…
La soberanía alimentaria está estrechamente vinculada con la soberanía económica, y con la soberanía política…
La seguridad, e importa la definición, está en la capacidad de cada país de determinar qué, cómo y cuánto produce para resolver en primerísimo lugar la alimentación de su propia población con equidad. Luego el excedente se comercializa o se exporta. Requiere planificación. …
No por casualidad decimos que todos los países productores de alimentos, de energía y de agua estamos en la mira…
(antes de 1996) las organizaciones internacionales, la FAO en especial, entendían como seguridad la calidad e inocuidad de los alimentos…
…hasta que Amartya Sen (India, 1933; Premio Nobel de Economía 1998) planteó que el hambre depende no de la producción de alimentos sino del precio justo de los alimentos, del pleno empleo y de los salarios dignos…
Hoy en día, el tema seguridad está asociado al origen y al procesamiento que hacen a la calidad comercial de los alimentos… los rótulos que informan sobre niveles nutricionales y que encarecen los productos…
Es natural… que la soberanía alimentaria esté vinculada al tema de la propiedad de la tierra…
A nivel internacional, si uno busca en los anales de la FAO hoy, verá que la preocupación se concentra en la enajenación de las tierras de un país por otro, especialmente entre las corporaciones que miran a ciertos países únicamente como proveedores de materia prima alimentaria…
…los capitales que salen del fracaso… ahora están mirando el gran negocio de los alimentos…
…el alimento no puede ser usado como herramienta política para el dominio de los pueblos. Esto también es soberanía. …
El alimento no es una mercancia… No se puede, no se debe, cotizar en Bolsa, hoy se cotiza en bolsa y se especula con los alimentos…
El tema de los Commodities, la preocupación por dónde invertir a futuro… gente como la Goldman Sachs designan 14 items en donde invertir en forma estratégica, la lista incluye minerales, agua y alimentos…
La globalización tiene matices nuevos, pero como ambición de poder está desde siempre…
(Finalmente, Graham-Yooll pregunta a Miryam Gorban)
-¿Cuáles son los principales problemas alimentarios de Argentina?
-La concentración de la economía referida a las grandes empresas que manejan la producción, la comercialización, el transporte y la exportación de alimentos, empresas que son transnacionales; la concentración y extranjerización de la tierra, el aumento en la producción de agrocombustibles, y la responsabilidad de estos determinantes en la inflación.
El alimento es utilizado como mercancía, se cotiza en bolsa, se compran las cosechas “a futuro”, se arriendan los campos para producir en función de las mayores ganancias, se desarrolla el monocultivo basado en una “agricultura sin agricultores”.
Revertir esta situación presupone todo un desafío y la búsqueda de un modelo alternativo que garantice precios justos, economía social y consumo responsable.”
Leido en: RevistaElArca/66
Autor: *Andrew Graham-Yooll, periodista, nació en Buenos Aires (1944), hijo de padre escosés y madre inglesa.
** Miryam Gorban, licenciada en nutrición, estudiosa de la historia y la práctica de su tema.
Otra nota relacionada: Los Juegos del Hambre, por Mariano Kairuz (acerca del libro Malcomidos, de Soledad Barruti)
“…Malcomidos arranca como una crónica periodística, que lleva a su autora en un recorrido por granjas industriales del interior de Argentina, para ver en persona cómo son esos sistema de galpones iluminados artificialmente en que se apiñan los pollos –devenidos un poco en pollos-zombies con sus picos recortados para que no se lastimen entre ellos, con los ojos enrojecidos, tambaleantes– o jaulas diminutas donde las gallinas viven una sobre la otra para producir huevos a un costo mínimo y velocidad máxima.
Y a medida que avanza, va trazando el mapa de la versión local de una tendencia global a la sobreproducción de alimentos industriales.
De los pollos y los huevos a la soja que se extiende ilimitada, explicando por qué en el país de la carne ya no se puede comer un corte vacuno de calidad, a cómo la aplicación irresponsable y descontrolada de agrotóxicos nos llega en dosis desconocidas, pero constantes a través de las frutas y verduras que consumimos (y de la carne de animales alimentados con granos invariablemente fumigados); haciendo escala en el contundente caso del “cultivo” industrial del salmón, e investigando qué papel juega el creciente robo de caballos en el país.
Mientras visita campos y granjas, entrevistando a productores, a científicos y a víctimas de los efectos más directos del envenenamiento progresivo de la naturaleza, Barruti va también rastreando la compleja red que sostiene este sistema, en el que confluyen casi todas las grandes polémicas del mundo contemporáneo: la discusión sobre un planeta con cada vez más pobres y hambrientos (mientras todo presuntamente se hace para paliar el hambre mundial), la experimentación genética, el avance implacable de las grandes corporaciones (alimentarias, químicas, farmacéuticas) dispuestas a hacer cualquier cosa para maximizar ganancias, y la aparente impotencia de los Estados provinciales y nacionales, que no pueden contra ellas (o directamente se les asocian en este esquema de producción), el avance de los monocultivos y la consecuente destrucción del medio ambiente, la crueldad con los animales y el empeoramiento progresivo de la salud de la población mundial…”
Leído en: Pagina12/SuplementoRadarLibros/LosJuegosDelHambre
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