Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial

Marzo 21.

(Vía Efemérides de Derechos Humanos/Archivo 2014*)

«El Día Internacional de la Eliminación de la discriminación racial se conmemora, desde 1966, el 21 de marzo de cada año. Ese día, en 1960, la policía abrió fuego y mató a 69 personas en una manifestación pacífica contra las leyes de pases del apartheid que se realizaba en Sharpeville, Sudáfrica.

La presencia de la comunidad afrodescendiente y africana en el territorio sudamericano, producto de la trata esclavista de fines del siglo XVI, ha sido históricamente invisibilizada y, a partir de 1853, se constituyó en la otredad para la hegemonía blanca. La negación de su existencia y el progresivo blanqueamiento de la población, creó el mito de la no existencia de «negros» en la Argentina. En la actualidad, el 92% de los afrodescendientes que se reconocieron en el último censo nacional, son afroargentinos/as.

El 25 de mayo de 2012 en el acto conmemoración de la Revolución de Mayo, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner indicó: «El sargento Cabral, cuyo nombre lleva la Escuela de Suboficiales del Ejército Argentino, era hijo de una esclava ‘negra’, cosas celosamente ocultadas por la historiografía oficial, es que cómo iba a ser hijo de una ‘negra’ el que salvó a San Martín, tiene que ser rubio y de ojos celestes, no puede ser un negro. (…) Contemos la verdadera historia de una buena vez por todas en la República Argentina. No hay mejor manera de honrar la historia que contar la verdad, así se construyó la historia de los argentinos».

En el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial el Estado nacional, a través de la Secretaría de Derechos Humanos y diversos organismos gubernamentales viene proponiendo una serie de acciones con el objetivo de promover los derechos de la comunidad afrodescendiente y africana en la Argentina y visibilizar los aportes de este colectivo en la historia de nuestro país y en su actualidad.

El gobierno nacional, desde el año 2003, ha tenido como eje el avance hacia la igualdad y el acceso de derechos. En ese sentido, ha promovido mediante la Ley 26.852 el Día Nacional de los Afroargentinos/as y la Cultura Afro y el rescate de la memoria oral de los afroargentinos.»

* De: Efemérides de Derechos Humanos, en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos (Argentina) – Archivo de Marzo de 2014 (el enlace ya no existe).-

Relacionado: Declaración sobre la raza y los prejuicios raciales

Racismo: Identidad. Otredad interna. Rol del Otro

Sobre el racismo… La palabra “todos” ¿hace de todos “iguales”? Del Otro que es preciso suprimir para hacer emerger la propia identidad… El racismo aparece cuando nos damos cuenta de que el otro diferente se nos puede parecer. Qué se juega en la obligación (que puede ser también deseo) de adoptar la lengua del Otro? Cómo liberarse de la lengua del colonizador? 

El racismo ante el Psicoanálisis y la Antropología. La lengua del Otro. 

Por Sara Vasallo*

«Entre una cultura y otra, pese a los esfuerzos de comprensión que se hagan (esfuerzos que componen la historia misma de la antropología), hay un vacío imposible de colmar. Por más que el antropólogo se esmere en traducir el ritual de una sociedad que no es la suya a los términos de su propia cultura, quedará un resto imposible de decir. Tanto la etnología como el psicoanálisis nos dicen que no hay Otro del Otro. Los jesuitas y dominicanos que reemplazaban los nombres de las divinidades de los araucanos o guaraníes por los nombres de los dioses de su propia religión, para plegarlos a su cultura, no lograron hacer entrar al araucano o al guaraní en su orden simbólico católico y occidental, y si lo hicieron fue a costa de conflictos irreparables. El núcleo de lo real que encierra el orden del significante, tal como lo entiende Lacan, es decir, la materialidad imposible de absorberse en el significado (que es ideal), separa a las culturas. Cómo entrar en Otro significante (otra cultura) que no se haya elaborado en nosotros al nivel inconsciente? Incluso dentro de lenguas pertenecientes a la misma raíz, estamos seguros de hablar la lengua del Otro, aunque la hayamos aprendido y sea semejante a la nuestra? Pero toda lengua es Otro, hasta la propia, se dirá, lo cual es cierto. Somos extraños de algún modo a nuestra propia lengua, desde adentro de ella aunque, gracias al cielo, la familiaridad con nuestra lengua materna nos engañe. Si alguien debe asumir esa doble extrañeza (externa e interna) es el etnólogo, y a veces lo paga muy caro (con la locura, por ejemplo). Pero qué ocurre cuando una lengua fue impuesta por la fuerza a una cultura extraña, que ya poseía la propia, como es el caso por ejemplo en las antiguas colonias francesas? La historia de la descolonización nos muestra que el autóctono que se independizó lo hizo en la lengua del dominador. Una de las preguntas que el psicoanálisis plantea al historiador o al antropólogo de los procesos descolonizadores es: cómo liberarse de la lengua del colonizador en el proceso de la descolonización?

Los intelectuales que fueron voceros de los procesos de la descolonización francesa (Memmi en Túnez, Camus o Frantz Fanon en Argelia, por ejemplo) se expresaron en francés. No podía ser de otro modo, habían nacido en una colonia francesa. Sus mensajes de liberación se decían, escribían y transmitían en la lengua del colonizador. Tenían esos mensajes la misma significación al ser retomados o repetidos por el colonizado? El detalle no había pasado desapercibido a Sartre. Cuando la élite europea lanzaba palabras como “Partenón”, “Fraternidad”, escribía Sartre en 1961 en el prefacio a Los condenados de la tierra: “En algún lugar de Africa o Asia se abrían labios para decir: ‘tenón’, ‘nidad’”. Dicho de otro modo, una vez operada la descolonización, el ‘todos somos iguales’ enunciado por el ex colonizador (el liberal, el hombre de izquierda, por ejemplo, o el humanista, desde la fuerza generosa que le da el haber abandonado el poder) tiene el mismo sentido del “todos somos iguales” con el que el (des)colonizado reivindica sus derechos (a independizarse, a votar, a tener un alojamiento y educación)? La frase es la misma y el sujeto gramatical también, pero es idéntico el sujeto de la enunciación? La palabra “todos” hace de todos “iguales”?

Un texto inolvidable del psicoanalista Octave Mannoni, en 1966, mostraba ya de qué manera la solución encerrada en el enunciado universalistatodos los hombres son semejantes” no era más que la negación inoperante del enunciado racista al que se opone. Prueba de ello era, paradójicamente, el hecho de que los más clarividentes entre los miembros de los movimientos negros de liberación terminaban por considerar el enunciado “El blanco es superior al negro” como más cercano a la realidad, en el fondo, que la negación universalista de los intelectuales blancos, donde se diluían todas las diferencias. Preferían ser amados por su diferencia a ser absorbidos en una categoría universal. La concepción universalista develaba su verdadera naturaleza, decía Mannoni, es decir, era una mera resistencia. A qué resistía, de qué temible realidad era la escapatoria? A lo que el Otro revela en el sujeto. Lo decisivo del texto de Mannoni es mostrar que, si el racismo es un síntoma que puede revestir diferentes significaciones (en la paranoia, en la perversión), negro es un significante dentro del discurso del blanco, no es una idea. Para el discurso universalista, se diría, hay Otro del Otro, lo cual trae como consecuencia en ese caso específico que es el blanco el que sigue afirmando la Verdad, una verdad ideal más allá del significante, con la que el negro, el árabe o el oriental no podrán conformarse. Cosa curiosa, lo que Mannoni descubría al “descolonizarse a sí mismo”, era que el Otro (el negro, el malgache) era el que revelaba al blanco a sí mismo. Lo que le revelaba, aunque Mannoni no lo diga en esos términos, es la existencia misma del significante.

Dicho de otro modo y tal vez un poco rápido, es el Otro diferente el que nos pone frente a nuestra otredad interna. No se trata de la otredad naturalizada por discusiones a nivel científico sobre las diferencias raciales, por ejemplo. El Otro que plantean, juntos, el psicoanálisis y la antropología, se sitúa en otro plano, es el Otro al que le falta un significante para completarse, revelado, entre una cultura y otra, por esa falta misma que impide toda traducción. Justamente porque no puede traducirse en otra (justamente porque no hay metalenguaje), la lengua, como el deseo, es indestructible.

Si es así, algo en la lengua debe resistir a los procesos llamados de descolonización. La lengua que fue arrasada por el dominador persiste (en el azteca o el mapuche, aun cuando ya no la hablen), como resistencia sorda debajo de la que causó su pérdida. ¿Qué se juega en la obligación (que puede ser también deseo) de adoptar la lengua del Otro? Todo acto, dice Lacan, transforma al sujeto. Qué ocurre, por ejemplo, con ese acto por excelencia que consiste en reemplazar la lengua autóctona por la transmitida por el colonizador incorporada en el inconsciente? Para los escritores árabes que escriben en francés y no en su lengua autóctona, por ejemplo, cuál de las dos es la suya? Ya sea en Francia o en la ex colonia, en cuál de las dos lenguas deben escribir para hacerse oír?

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Los libros que nos hacen imaginar al otro son un antídoto contra el fanatismo y el odio. Amos Oz

Fragmento – Desde el Archivo/2006… 

“Los libros que nos hacen imaginar al otro son un antídoto contra el fanatismo y el odio. Así como es enormemente difícil definir la verdad, pero muy fácil detectar una mentira, a veces puede resultar difícil definir el bien, pero el mal desprende un olor inconfundible; cualquier niño sabe lo que es el dolor. Por consiguiente, cada vez que causamos dolor a otra persona de manera deliberada, sabemos lo que estamos haciendo. Estamos haciendo el mal. Sin embargo, los tiempos modernos han cambiado todo eso. Han difuminado la clara distinción que hacía la humanidad desde su más tierna infancia, desde el Edén. …

Todavía hoy, algunos especialistas en ciencias sociales, sencillamente, no hablan del bien ni del mal. … ambos quedaron abolidos por la idea de que las circunstancias son siempre las responsables de las decisiones humanas, las acciones humanas y, sobre todo, el sufrimiento humano. La culpa es de la sociedad. La culpa es de una niñez difícil. La culpa es de la política. El colonialismo. El imperialismo. El sionismo. La globalización. Así comenzó el gran campeonato mundial del victimismo. …

El siglo XX fue el peor escenario de maldad sanguinaria que ha visto la historia. Las ciencias sociales fueron incapaces de predecir, afrontar o incluso comprender ese mal moderno y tecnologizado. El mal del siglo XX se disfrazó, muchas veces …

Hoy, después de haber sobrevivido al mal del poder totalitario, tenemos profundo respeto por las culturas. Por las diversidades. Por el pluralismo. Conozco a algunas personas dispuestas a matar a cualquiera que no sea pluralista. El posmodernismo volvió a dar trabajo a Satán

El diablo es siempre el sistema. Esto es, en mi opinión, una horterada ética. … En el mundo hay buenas personas. En el mundo hay malas personas. …

A mi juicio, el mal supremo en el mundo no es la guerra, en sí, sino la agresividad. La agresividad es ‘la madre de todas las guerras’. …

El Fausto de Goethe nos recuerda de forma indeleble que el diablo no es impersonal, sino personal. Que el diablo pone a prueba a cada individuo, y cada uno puede aprobar o suspender. Que el mal es tentador y seductor. Que la agresividad puede abrirse un hueco en cada uno. … a veces podemos equivocarnos. Ahora bien, incluso cuando tomamos una decisión equivocada, sabemos lo que estamos haciendo. Sabemos cuál es la diferencia entre el bien y el mal, entre causar dolor y curarlo …

Crecí en la Jerusalén de los años cuarenta como un niño muy nacionalista, incluso chauvinista, y prometí no poner nunca el pie en suelo alemán e incluso no comprar nunca un producto alemán. Lo único a lo que no me sentí capaz de renunciar fue a los libros alemanes. … Después de leer a esos autores y a otros, ya no pude limitarme a seguir odiando todo lo alemán del pasado, el presente y el futuro.

En mi opinión, imaginar al otro es un potente antídoto contra el fanatismo y el odio. Creo que los libros que nos hacen imaginar al otro pueden hacernos más inmunes contra las estratagemas del mal, el Mefisto del corazón. …. Ellos, junto con una serie de amigos alemanes muy queridos, me obligaron a romper mis tabúes y abrir la mente y, al final, el corazón. Volvieron a mostrarme los poderes curativos de la literatura.

Imaginar al otro no es una mera herramienta estética. Es además, a mi juicio, un imperativo moral fundamental. Y, sobre todo, imaginar al otro es un placer humano profundo y muy sutil.”

Del discurso que el escritor AMOS OZ (israelí, n.1939) leyó en FRANCFORT en 2005, durante la recepción del PREMIO GOETHE.

Leído en: Revista http://www.elarcadigital.com.ar  /  Diciembre/2005

(Archivo BlogAcuarelaDePalabras/2006)

Prejuicios: «Los ´negros´ no quieren trabajar»

El antiguo Día de la Raza cambió su denominación por su cercanía lingüística con el racismo. En mi país, solemos creer que no hay racismo. Sin embargo, desde una posición capitalina/europeo-descendiente/clasemediera solían -suelen- llamar «negro» a las personas del interior/provincianos, a los migrantes latinoamericanos, a los obreros, a los pobres… La oligarquía sabe usar muy bien este slogan

«Sintomáticamente, cada vez que la oligarquía contempla temerosa el avance popular y avizora el fin de sus …privilegios, el aparato ideológico que maneja acentúa la difusión de «slogans» y «zonceras» que, lamentablemente prenden con mayor o menor intensidad en los sectores medios.

De esa manera, la clase dominante quiebra el frente nacional y desplaza a importantes sectores de clase media hacia su vereda política, alejándolos de los trabajadores.

Algunas veces ha recurrido para ello a la difusión de falsos informes acerca de «ausentismo obrero», que empalman como anillo al dedo con la concepción del comerciante o el profesional que culpa del estado calamitoso del país a «los negros que no quieren trabajar.»

… En todos los casos, ese pequeño burgués, que poco o nada produce realmente -más que papeles, charlas, «contactos», en fin, «trabajos de portafolio»- asume esas versiones lanzadas por la oligarquía creyendo que así eleva su status social y pone distancia con respecto a «la guaranguería» y «la ignorancia» y los rostros «achinados» de los laburantes.

Su inconciencia política es tal que no comprende que su actitud -al quebrar el frente nacional antioligárquico- la convierte en principal responsable del atraso histórico del país y que mientras ella, en la mesa de café perorando contra los trabajadores, frusta su propio destino, la vieja oligarquía se sobrevive, desde hace años, enfeudada al extranjero, en el mayor de los ocios y desdeñando olímpicamente no tanto a los obreros, a los cuales teme, sino precisamente a esos hombres seudo cultos, de clase media, que tiene políticamente a su servicio.»

Leído en: Reflexiones del Tiburón Texto de Arturo Jauretche

Nacionalismos y similares (Jiddu Krishnamurti)

«¿Por qué existe, uno debe preguntarse, esa división: el ruso, el americano, el inglés, el francés, el alemán, etc., por qué existe esa división entre hombre y hombre, entre raza y raza, cultura y cultura, una serie de ideologías en contra de otras? ¿Por qué? ¿Dónde está esa separación? El hombre ha dividido la tierra en suya y mía, ¿por qué? ¿Es por qué tratamos de encontrar seguridad, protección en un grupo particular, en una creencia o en una fe concreta?

Las religiones también han dividido al hombre, los han enfrentado, los hindúes, los musulmanes, los cristianos, los judíos, etc. El nacionalismo, con todo el desafortunado patriotismo, en realidad es una forma de glorificación, de enaltecimiento, de tribalismo. Ya sea una tribu grande o pequeña, existe esa sensación de estar en grupo, de tener la misma lengua, las mismas supersticiones, el mismo sistema político, religioso; uno se siente seguro, protegido, feliz, cómodo. Y para mantener esa seguridad, esa comodidad, estamos dispuestos a matar a otros que también tienen el mismo deseo de estar seguros, de sentirse protegidos, de pertenecer a algo.

Ese terrible deseo de identificarse con un grupo, con una bandera, con un ritual religioso, etc., nos hace sentir que tenemos raíces, que no somos unos errantes vagabundos.»

Jiddu Krishnamurti «Diario II»
De:  Facebook-Krishnamurti en español

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